Los tiempos
corren, los ritmos se vuelven eléctricos, el mundo vuela y las empresas se
reinventan. Es muy difícil ser competitivo, ser innovador, ser puntero en el
mercado sin usar las emociones.
La capacidad
de adaptación del mundo empresarial a las necesidades del mercado profesional
pasa por emocionar al cliente. Cada vez más las empresas definen sus
estrategias de marketing a través de las emociones, sistemas de atracción, de
compromiso emocional, de ablandar corazones y volver a una norma básica para
crecer en un mundo de velocistas.
Me llama la
atención como grandes firmas, con estructuras de gestión empresarial
establecidas y estancadas en un formato definido (anclado por décadas) sean
capaces de reinventarse, de darse cuenta que hoy por hoy para mantenerse en la
lucha de poder deben seducir al cliente, darle unos servicios exclusivos,
asesorarles con verdaderos profesionales, plantearles mejoras para conseguir su
fidelidad y poner todo un dispositivo de marketing y publicidad a su
disposición para hacer creer al cliente que está con los mejores.
Todo esto
sin emocionar al cliente, sería un efecto efervescente con cambios continuados
de firmas y donde las empresas aun teniendo claro su target de actuación, no
conseguirían mantener al cliente.
Por fin, las
emociones se imponen a lo material, a la imagen de aparentar, al poder de
mandar, todas las empresas se ajustan para conseguir lo mejor, no hay otro
mejor que el cliente contento y fiel, para ello precisan de las mejores armas, las
emociones por encima de todo.
Defiendo las
emociones, porque somos personas, somos los grandes protagonistas del mundo y
en cambio nos mueven en masas a cambio de éxito, de ranking, de publicidad, de
imagen, etc… Todo esto sin emociones no sirve de nada, tan solo serían momentos
álgidos como toda línea comercial que se precie y su sierra de resultados
(alto, bajo, alto bajo).
Estoy
contento de ver como triunfa algo esencial, la persona, el ser humano, lo que
realmente merece la pena y siempre los descuidamos, somos los grandes baluartes
de la vida y sin embargos nos vemos sometidos a las grandes estrategias para
captarnos.
“La verdadera atracción es emocional”
Cuando las
relaciones empresariales se vuelven más humanas, la garantía de su éxito está
más cerca, las personas somos el mejor ingrediente en cualquier reunión, pero
debemos cuidarlo, cuidarnos e intentar que no se olviden de nosotros.
“Cualquier empresa depende de un ser humano, no es la marca, es quién la crea para darle sentido en su historia”
No existe
nada que supere al ser humano, creamos en ello para hacernos valer siempre.