¡Estoy
harto! Estoy cansado de todo, de la vida, de la gente, de todo lo que me rodea,
la verdad es que no sé qué hago aquí. Si salgo porque salgo y si no lo hago
porque me quedo.
Mi trabajo
es una pesadilla, mis compañeros unos pelotas, mis jefes no me entienden y me
cuesta ir a trabajar, si no fuera por la hipoteca y mis dos hijos, seguro que
me apañaba de cualquier manera. En fin que me toca ir y ya está.
Luego llegas
a casa y ponte a hacer tareas, no tengo tiempo para nada, ni para amigos ni
para cervezas, ni siquiera para la partida. Que si los niños, que si la ropa,
que si la cena y las duchas, ¡madre mía! Luego claro, tienes que tener tiempo
para solucionar problemas matrimoniales de todos los tipos, que si no llegamos
a fin de mes, que si el niño necesita esto, que si la niña lo otro, que si yo
tengo que ir al médico, que si mi mujer tiene que ir a comprar porque ya no hay
nada en la nevera. ¡Ufffffff!
Llega el fin
de semana, no trabajo pero vete con los niños al parque, dales una vuelta,
llévate las botellas de agua, entretenles, encima ponte a jugar con ellos, ¡que
pereza! Llegas a casa, comes y ¡sorpresa! Tengo que elegir o viene mi suegra a
casa o voy yo a la suya ¡apaga y vámonos!
(Esto puede
ser un día en la vida de cualquiera que te cruzas por la calle)
¿Nos hemos desahogado a gusto? Porque se nos
da de lujo despotricar, insultar, quejarnos, criticar, etc….
Pero digo
yo, y si somos tan valientes, listos e inteligentes de poder emplear toda esa
energía en hacer eso…
¿Por qué no
lo hacemos en versión positiva?
Veamos.
¡Estoy
Feliz! Estoy encantado con todo, con la vida, con la gente, con todo lo que me
rodea, la verdad es que no lo cambio por nada. Si salgo porque salgo y
disfruto, si no lo hago porque me quedo
y me hacen disfrutar.
Mi trabajo
es una suerte, mis compañeros unos profesionales, mis jefes no me molestan y me
cuesta no ir a trabajar, si no fuera por la hipoteca y mis dos hijos, seguro
que me apañaba de cualquier manera para ir aunque fuera a disfrutar de un
empleo. En fin que me toca ir y ya por eso doy las gracias.
Luego llegas
a casa y ponte a hacer tareas, no tengo tiempo para pensar en mí, ni para
amigos ni para cervezas, ni siquiera para la partida, solo tengo tiempo para
mis hijos y mi mujer. Que si los niños, que si la ropa, que si la cena y las
duchas, ¡madre mía que maravilla poder disfrutar de todo esto! Luego claro,
tengo que tener tiempo para mí pareja y hacerla feliz de todos las formas, que
si no llegamos a fin de mes que sea porque nuestros hijos son felices, que si
el niño necesita esto y se lo compro con una sonrisa, que si la niña necesita
lo otro y me encanta comprarlo para verla sonreír, que si yo tengo que ir al
médico a comprobar que estoy sano, que si mi mujer tiene que ir a comprar porque
ya no hay nada en la nevera y lo hace con toda la ternura del mundo para que en
su casa, su familia tenga lo que les gusta y necesita. ¡Ufffffff que suerte
tengo!
Llega el fin
de semana, no trabajo pero vete con los niños al parque, dales una vuelta, llévate
las botellas de agua, entretenles, encima ponte a jugar con ellos, ¡qué
alegría! Llegas a casa, comes y ¡sorpresa! Tengo que elegir o viene mi suegra a
casa o voy yo a la suya. Nos da igual porque realmente los niños están
encantados y a mí me tratan como a un hijo.
(Esto es un
día en la vida de cualquiera que quiera ser feliz con lo que tiene sin mirar a
los demás y sin juzgar lo que no tiene)
Ahora y
salvando las diferencias en las circunstancias reales de cada cual, acabamos de
ver como modificando el punto de vista y aplicando sensatez y agradecimiento a
lo que uno tiene, la vida es mucho más fácil de llevar.
¡Es tu
momento, elige! ¿sigues despotricando y en negativo o cambias tu punto de vista
y haces más feliz a tu familia?
“Si la felicidad de mi familia depende de mi punto de vista, mi médico no es el oculista, mi médico es mi corazón a puertas abiertas”
No hay comentarios:
Publicar un comentario